Fuente: Por: RACHEL DONADIO - THE NEW YORK TIMES - REPORTAJES ESPECIALES |
La gran mezquita de Córdoba fue iniciada por califas musulmanes en el siglo VIII, y su bosque de pilares y arcos de franjas rojas y blancas debían transmitir una sensación poderosa del infinito. Con la reconquista cristiana de España en el siglo XIII, se consagró como catedral.
Hoy, los letreros en toda esta ciudad andaluza de paredes blancas se refieren al monumento, un sitio Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, como la "mezquita-catedral" de Córdoba. Pero esa terminología está ahora en duda. En octubre, el obispo de Córdoba dio inicio a un provocador llamado para que la ciudad deje de referirse al monumento como mezquita para no "confundir" a los visitantes.
Por ahora, el asunto es en gran medida semántico porque el alcalde dice que la ciudad no cambiará sus letreros. Pero el debate va mucho más allá de los letreros. Es el capítulo más reciente en la rica historia del monumento más emblemático de las relaciones cristiano-musulmanas en Europa; y una lucha por el legado de Al Ándalus, cuando parte de España, bajo los califas musulmanes, era un lugar de compleja coexistencia entre musulmanes, cristianos y judíos.
El debate cobra mayor peso con la visita del Papa Benedicto XVI a España, país al cual ha identificado como un importante campo de batalla en su lucha para apuntalar la fe cristiana en una Europa cada vez más laica, e implícitamente musulmana.
La polémica en Córdoba empezó a mediados de octubre, cuando el obispo Demetrio Fernández publicó un artículo de opinión en ABC, un periódico español de centro-derecha.
"No hay problema en decir que los califas musulmanes construyeron este templo para Dios -escribió el obispo-. Pero es del todo inoportuno llamarle mezquita actualmente porque no lo ha sido durante siglos, y llamarle mezquita confunde a los visitantes.
"Del mismo modo, sería inapropiado llamar a la mezquita actual de Damasco Basílica de San Juan o esperar que pudiera ser un lugar de oración musulmana y cristiana", añadió Fernández, refiriéndose al sitio sirio donde se construyó una mezquita umayyad en el siglo VIII encima de una iglesia del siglo IV que se dice contiene los restos de Juan el Bautista.
El monumento de Córdoba - una de las verdaderas maravillas arquitectónicas del mundo, con sus hileras de pilares que desorientan y abruman - atrajo a 1,1 millones de visitantes en 2009, la mayoría de ellos turistas, no devotos. Pero a funcionarios diocesanos les molesta que algunos musulmanes hayan tratado de orar ahí, aun cuando es una catedral consagrada.
"Cada vez que algunos fundamentalistas islámicos, en un video en Al Jazira o en otro canales, llama a la reconquista de Al Ándalus, el antiguo dominio musulmán, aparece gente aquí demandando el uso de la catedral como un sitio de oración islámica", dijo el reverendo Manuel Montilla Caballero, que supervisa los recorridos nocturnos organizados por la diócesis en el monumento.
Hoy en día, el legado de Al Ándalus es altamente disputado. Aunque Osama bin Laden y otros radicales han pedido repetidamente el regreso de Al Ándalus a manos musulmanas - es decir, la reconquista islámica de España e implícitamente Europa _, otros ven a Al Ándalus como una era casi utópica de coexistencia pacífica entre cristianos, musulmanes y judíos.
La ciudad también tiene una rica historia judía. Maimónides, el filósofo erudito judío del siglo XII, nació en Córdoba, en una modesta casa blanca en la Judería, ahora un área turística donde vivía la población judía local antes de que Fernando e Isabel expulsaran a los judíos de la Península Ibérica en 1492.
En el siglo siguiente, cuando los gobernantes católicos de España emprendieron la destrucción de los sitios de oración musulmanes y judíos, se dice que el emperador Carlos V de Habsburgo quedó tan cautivado por la belleza del monumento de Córdoba que ordenó su preservación.
"El monumento de Córdoba es una lección de universalismo, de cómo las culturas y religiones pueden reunirse y coexistir", dijo Isabel Romero, portavoz de la asociación islámica local de Córdoba. Para gran disgusto de la diócesis, el grupo quiere que ésta cree un espacio en la catedral para la oración musulmana. "Sería un gesto ejemplar", dijo Romero.
En otro giro complejo, indicativo de las ironías históricas existentes en la España de hoy, Romero es una católica convertida al Islam, como 300.000 de los 2.2 millones de musulmanes del país.
Recientemente, un juez en Córdoba fincó cargos contra ocho musulmanes austriacos por perturbar la paz cuando entraron en el monumento en pequeños grupos el Viernes Santo de este año, empezaron a orar en voz alta y mantuvieron una refriega con guardias de seguridad y agentes de la policía local que trataron de detenerlos.
Mientras tanto, un grupo llamado Asociación de Musulmanes de Córdoba, que representa a otros entre los 2.500 musulmanes en esta ciudad de más de 300.000 habitantes, dice que no tiene intención de buscar el derecho de que sus miembros oren en la mezquita-catedral.
"No, no, no", dijo Kamel Mekhelef, el secretario de la asociación, cuyos miembros oran en una mezquita en Córdoba construida en los años 40 por soldados del norte de Africa que combatieron para Franco. "Pedir la oración compartida es avivar las llamas, forzar el asunto y elevar las tensiones", añadió Mekhelef.
Pero afirmó que él y su grupo se oponían vehementemente a la sugerencia del obispo de eliminar la palabra "mezquita" de los letreros locales. "Es una tendencia que siento en toda España, una cierta inclinación a querer cancelar cualquier cosa relacionada con la historia española islámica", dijo.
Funcionarios locales dicen que no tienen intención de cambiar los letreros. "La declaración del obispo crea una polémica innecesaria e inútil", dijo el alcalde de Córdoba, Andrés Ocaña, del partido Izquierda Unida. "No tiene apoyo entre la gente, y obviamente no entre los políticos, ni siquiera del Partido Popular", añadió, en referencia a la oposición de centro-derecha.
En una tarde reciente, los visitantes en el monumento parecieron divididos. "Es una catedral y debería ser llamada catedral", dijo Daniel Ramírez.
Su amigo Celestino González, procedente de Málaga, no estuvo de acuerdo. "Es una mezquita -dijo González, señalando a la arquitectura islámica-. No soy practicante y no veo ningún problema en combinar los dos nombres".
Mientras Conchi Bello estaba de pie en sy casa cercana, dijo que el debate era académico. "Para nosotros, para todos en Córdoba, es normal dar a los turistas indicaciones de cómo llegar a la mezquita-dijo-. No nos ofendemos. Por el contrario, es un lindo ejemplo de la historia de nuestra tierra".
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