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martes, 17 de mayo de 2011

El derecho de los palestinos al retorno es inalienable y no prescribe

Sesenta y tres años, poco más de seis décadas, transcurrieron desde aquella fatídica fecha en que se produjo el crimen del siglo, fraguado por los imperialistas contra todo un país, un pueblo y el futuro de sus hijos.
La Nakba Palestina, connotación de la catástrofe de 1948, es una fecha inolvidable para los palestinos, se encuentren donde se encuentren, porque evoca la dispersión de su pueblo, expulsado a la fuerza de su país hacia la inclemencia de un destino incierto, y una rememoración de las matanzas y vejaciones del ente sionista que permanecen vivas en la memoria de cada hijo de esa tierra, no sólo por su crueldad y salvajismo, sino porque las mismas prácticas terroristas y criminales se han repetido una y otra vez a lo largo de todos estos años y persisten con más fuerza y ahínco entre las nuevas generación del ente racista israelí.
Entre los palestinos que se refugiaron en algunos países árabes, los que se quedaron en el remanente del territorio despojado y los que fueron integrados en el Estado de Israel, la Nakba representa un hito en la historia de su pueblo, y su conmemoración es una oportunidad para reivindicar los derechos usurpados y gritarle al mundo que Palestina vive y no ha muerto como lo habían planeado los cabecillas de Israel.
La imagen de las 531 aldeas palestinas violadas, siguen tan vivas como viva es la inquebrantable voluntad de los palestinos para defender sus derechos y continuar su lucha dentro y fuera de sus territorios.
El pueblo palestino sigue sufriendo el azote de la injusticia de la ocupación israelí y su opresión y, mientras que la miseria consume a los refugiados en los campamentos, la amargura es parte de la opresión en el exilio. A lo largo de 63 años, se sometieron al asedio, la confiscación de tierras y se perpetraron contra sus hijos las masacres, el destierro, los arrestos y la encarcelación de los ministros y diputados, el aplastamiento de la resistencia e insólitas practicas para obligarles a abandonar sus legítimos derechos, como el derecho al retorno, a la resistencia y a establecer su Estado independiente con capital en Jerusalén.
La “Declaración de Balfour”, o promesa de Balfour, la declaración oficial concedida por el Gobierno de Gran Bretaña, abrió la puerta de emigración hacia los territorios palestinos, y esa potencia europea empoderó a las bandas sionistas para violar las tierras palestinas y preparó el camino, a través de sus propias masacres, para que las bandadas sionistas perpetraran a su vez las más horrendas masacres, que en total fueron 44 ofensivas de exterminio que dejaron 2.500 mártires y el éxodo de millones: 323 mil aldeanos palestinos se refugiaron en Cisjordania y otros 219 mil en Gaza, mientras que Siria acogió cerca de 97,8 mil, Jordania 80,8 mil, Irak 4.300 y Egipto 8.500 refugiados, y millones se encuentran dispersados por todo el planeta.
La Nakba representó la victoria del movimiento sionista apoyado por Gran Bretaña en dominar por la fuerza de las armas la mayor parte de Palestina y la declaración de la Entidad Sionista, donde Gran Bretaña y Naciones Unidas conspiraron para entregarles Palestina a un puñado de judíos sionistas, y crear un plan para la retirada repentina de Gran Bretaña con la excusa de poner fin a su mandato en Palestina y entregar el poder a las Naciones Unidas, para que en ese espacio se abalancen los colonos a tierra palestina, acción a la que se habían preparado desde el pronunciamiento de la Declaración de Balfour en 1917.
Así se iniciaron las irrupciones en los barrios árabes y se perpetraron las masacres, la expulsión y el desplazamiento de más de 400 mil palestinos de más de 20 ciudades y 400 pueblos cuyas tierras, propiedad y fincas pasaron a convertirse en propiedad de la emergente entidad sionista.
Las operaciones bestiales se sucedieron con los ataques terroristas de abril de 1948, de los que se destacan la batalla de al-Kastal y la masacre de Deir Yassin, una aldea a unos 6 kilómetros de la ciudad de Jerusalén, donde entraron las bandas judías y cometieron una masacre contra el pueblo, matando a sus mujeres, ancianos y niños, cobrándose en ese día un tributo 254 mártires palestinos.
La siguió la masacre de Kalauna, con 14 mártires, Lajun con 13 mártires, Nasir al Din con 50 mártires, Haifa 100 mártires, Tiberías 14 mártires, Heifa 100, Ein Azeitun 70, Safad 70, Abu Shousha 60, la masacre de Beit Daras 260 mártires, al Tantura 200 mártires, al Lad 426 mártires, al Safsaf 52 mártires, al Ramla Um al Shouf, al Majdal, Majed al Kurum, Jamzo.
El 14 de mayo de 1948, luego de un verdadero baño de sangre palestina, se declaró la entidad sionista que fue reconocida inmediatamente por el entonces presidente de los EE.UU., Harry S. Truman, de manera que en las horas posteriores se concedió a los colonos la legalidad para violar la santidad de los lugares sagrados y la usurpación de tierras, y la lucha contra uno de los más antiguos pueblos en su propio hogar y permitiéndose a sí mismos expandirse a expensas de los países vecinos que constituyen el mayor peligro para su sitiada existencia.
Las bandas sionistas armadas en Palestina, donde participan judíos venidos de afuera, recurrieron a la utilización de coches bomba, y fue estallado el centro del gobierno en la ciudad de Jaffa, el 4 de junio, lo que resultó en la muerte de 26 civiles palestinos.
El pueblo palestino, desde la Nakba y la invasión colonial organizada para imponer un estatus quo sobre el terreno, presenció cómo los colonos se apoderaban de sus propiedades, de acuerdo con las ambiciones del judaísmo en Palestina, que se concentraron principalmente en los continuos intentos de crear la existencia de una colonia judía por la fuerza, así como los intentos de establecer una fuerza militar judía y una economía para satisfacer las aspiraciones del sionismo.
La evolución de los cambios demográfico y social del pueblo palestino se tornó anormal, donde el factor de la inmigración judía hacia Palestina y la expulsión de los habitantes autóctonos, legítimos propietarios de la tierra tuvo un impacto directo sobre estos acontecimientos.
Los judíos comenzaron a realizar una frenética campaña de limpieza étnica antes de 1948, según un plan previo, que continuó durante la guerra de ese mismo año, y fue acompañada del exterminio de las aldeas y las casas, y la ocupación de las grandes ciudades, tales como Akka, Haifa, Jaffa, Nazaret, al Lad y, al Ramla, donde expulsaron a sus habitantes y agruparon al resto de ellos en campos de concentración y perpetraron ejecuciones masivas. El terror de esta campaña continuó hasta después del cese de la guerra de 1948.
El gobierno de tutela de Gran Bretaña contribuyó en convertir a los colonos judíos en Palestina ocupada en mayoría, luego de que eran una minoría religiosa, que pasó de cerca de 84 mil en el año 1922, a cerca de 650 mil colonos en el 15 de mayo de 1948, por lo que ese aumento resultó en el incremento de la proporción de los judíos en Palestina del 11 % a 31 % durante el período entre 1922 y 1948, a la que contribuyó la migración, durante ese período, de cerca de 400 mil judíos del total del número de la población.
Con el establecimiento de la entidad sionista en mayo de 1948, el movimiento sionista había logrado su objetivo de establecer el estado judío después de cincuenta años del Primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza. Y para lograr la parte demográfica de las aspiraciones del sionismo, se procedió a la expulsión de cerca de 850.000 palestinos de sus hogares durante los años 1947 y 1948, en función de lo cual cambió obligatoriamente la dirección de la evolución demográfica de los árabes palestinos, ya que se vieron obligados al desplazamiento forzado, produciéndose un impacto significativo sobre la situación demográfica en el tejido social palestino.
Lo que presencia Palestina en la actualidad, es una continuación del proyecto para el establecimiento de un estado para los judíos en toda la tierra de Palestina, donde continúan la confiscación de tierras, la demolición de viviendas y la persecución de los palestinos incluso en las zonas ocupadas en 1948.
Asimismo, continúa el proyecto para privar a los palestinos de los medios de subsistencia básica por todos los medios posibles, empezando por el terrorismo y las legislaciones sionistas, y el Muro del Apartheid que devora el 60 por ciento de Cisjordania, y terminando con el total bloqueo de la Franja de Gaza.
La Nakba Palestina no es un acontecimiento sin trascendencias, sino que es una catástrofe que abarca todos los tiempos y se hace aún más presente en estos momentos en que vivimos esta fecha y presenciamos una renovada y más fuerte determinación para lograr el retorno de los refugiados a sus aldeas y hogares, y el restablecimiento de los derechos usurpados de este pueblo sometido que yace bajo la más cruenta y larga ocupación en el mundo actual. 

Fuente: Sana

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