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domingo, 13 de febrero de 2011

ENTREVISTA A MOSTAFA SNABI SOBRE LA ACTUALIDAD SOCIOPOLITICA DE LOS EXTRANJEROS EN ESPAÑA EN GENERAL

Fuente:http://www.latribunadealbacete.es/noticia.cfm/LOCAL/20110213/revolucion/popular/no/tiene/nada/ver/religion/1716DE83-D437-77FF-F18F9514F4BA9953
Mostafa Snabi Himri
Mostafa Snabi Himri
ENTREVISTA GENERAL.

¿Cómo vive un musulmán en Albacete?
En general bien, sin ningún tipo de problemas, bien adaptados, tanto ellos a la sociedad como la sociedad a ellos. Llevan la vida normal como cualquier ciudadano.
Pero esta situación no ha sido siempre así.
Es verdad, en los años en los que llegué a Albacete, allá por el año 1994, recuerdo que vino mi madre a visitarme por primera vez. Cuando andaba por la calle se quedaba mucha gente mirándola, se paraban y al venir a casa, me lo contaba y me decía que le daba vergüenza. Otro día fue a Murcia y no pasó nada. Le tuve que explicar que Albacete era una ciudad pequeña y que no estaban acostumbrados a ver gente distinta. Era cuando empezaban a llegar trabajadores.
No hablo de rechazo, sino de extrañeza de ver algo que no están acostumbrados a ver, como una mujer tapada o un hombre con chilaba. Mi padre asustó a dos chicos porque hacía frío y se puso la capucha y ya no se la puso más.
Albacete se ha sumado al fenómeno de la globalización y hoy en día hay muchas nacionalidades y hay gente de muchos sitios. Si queremos la globalización la tenemos que querer por sus cosas buenas y por sus cosas menos buenas. Antes, Albacete no era una plaza donde se necesitara la mano de obra extranjera. Después, con el desarrollo industrial, sí.
Y ahora ya integrado.
Por supuesto, pero integrado no, porque esa palabra no me gusta. Más bien adaptado. Últimamente se habla mucho de que la multiculturalidad ya no funciona. Parece que en Alemania y en Gran Bretaña dicen que ese modelo ha fracasado y es así porque se hablaba de integración del otro. Se tienen que integran todos o ninguno. O se adapta el uno al otro, o la integración es para todos. El mensaje no puede ir sólo a los inmigrantes. Si usted me pide que me integre, pero no me abre la puerta para que lo haga, ¿cómo quiere que lo logre? No puede ser. Usted me pide que me integre, pero el otro me rechaza de alguna forma y no funciona y entonces surge la confrontación. Por eso me gusta más la adaptación, porque uno preserva lo suyo y respeta lo del otro. Se compaginan las dos cosas, se vive mejor sin perder lo suyo ninguno de los dos y se enriquecen los dos.
Es paradójico el rechazo a nuevas culturas, cuando en Europa la convivencia de dos o más culturas, ha hecho evolucionar a la sociedad.
Ése es el problema. Se pide integración, pero para conseguirlo, se tiene que desintegrar otra. Integrar una cosa en la otra quiere decir que una desaparece. La más fuerte absorberá a la más débil y no puede ser. No hablamos de desintegrar, porque sería quitar el alma, la historia, a una persona, a una civilización, a una cultura, y llega el momento en el que explota. Somos humanos y necesitamos no perder el hilo con la cultura. En la emigración, los españoles no perdieron su jamón, su manera de vivir, de vestir, de hacer la fiesta y nadie le dijo nada, nadie les pidió, ni les pide ahora, que se integren. La moda es hablar de interculturalidad, integración, pero creo que debemos aprender de los fallos de los demás países y no volver a cometerlos. Hay que buscar otro tipo de convivencia, de adaptación, de no anular al otro, sino respetarlo y hacer que nos respeten. En una palabra, convivir. Así de simple.
Ya, pero es curioso que nos referimos a extranjeros cuando hablamos de unas personas de fuera con una posición en la media o alta sociedad y a inmigrantes cuando hablamos de, por ejemplo, trabajadores de baja cualificación.
Se usan dos varas de medir. Cuando interesa pintarlas bien y mejor, hablan de extranjeros, pero cuando se trata de recoger patata y cebolla, de que nos están quitando el trabajo, de problemas sociales, se habla de inmigrantes. Cualquier cosa que suene mal en lo social o lo económico, el inmigrante lo pintan como el demonio. Es el culpable de todo. Los medios de comunicación juegan un papel importante y a veces manipulan las cosas e, incluso, a veces, son los que, en parte, generan el problema.
Pero muchos de esos inmigrantes son los que en parte han sostenido el sistema económico en épocas de vacas gordas.
Lo que más me preocupa, y lo digo con la boca bien abierta y la voz alta, es la marginación que hacen las instituciones en relación con los inmigrantes. Eso es lo que más me duele. Varias asociaciones están creando una plataforma para negociar con las instituciones tanto del Estado, como de la Comunidad Autónoma y el Ayuntamiento sobre varios temas. Últimamente recibimos muchas quejas sobre varios aspectos y se vulneran derechos de los trabajadores en general y de los inmigrantes en especial. Uno de ellos es que ahora mismo todas las renovaciones de los papeles se deniegan, por el mero hecho de que el marido o la mujer no trabaja o no tiene un contrato. Si esa persona lleva aquí cinco años, cotiza, paga sus impuestos, lleva una vida normal como un ciudadano más, de la noche a la mañana las instituciones lo ilegalizan. Los mismos requisitos que pedían en el año 2000, los aplican ahora, con unos ligeros cambios. El Estado cambia la Ley de Extranjería como el baile del vientre, según le convenga. Pregunto a ver hoy en día quién tiene contrato de trabajo. ¿Ilegalizamos también al renovar los DNI por no tener trabajo? Considero que la solución pasa por dar una moratoria de unos dos años hasta que se pase la crisis. Pero querer sacar agua de donde no la hay, es imposible. El problema es que mucha gente ahora es ilegal y el día de mañana es expulsada, aunque el inmigrante haya cotizado durante unos años. ¿Qué Estado de derecho es éste? Dicen que somos como Europa, pues que revisen un poquito a ver cómo están las leyes en Alemania, en Francia, en Inglaterra… mucho más avanzadas, porque se hace una ley para mucho tiempo, que no depende de quién gobierne o cómo esté la situación económica del país.
Por otro lado, hay gente apuntada al paro y a la hora de renovar, en el Sepecam se le pide el pasaporte, sobre todo al marroquí. No es de recibo cuando la persona tiene un NIE que le identifica. ¿Por qué le pide el pasaporte? Para ver si ha salido de España y así quitarle el subsidio. Hay una ley, para todos, que si el trabajador sale de España sin pedir permiso, le quitan el paro o el subsidio que tiene. Un rumano se va a su país dos meses y no pasa nada, porque está dentro de Europa, pero el que va a Marruecos tiene problemas porque le tienen que sellar el pasaporte.
Ahora a un inmigrante le cuesta 10 veces más conseguir algo que a otro y, sobre todo, al marroquí.
¿Esa adaptación es ahora más difícil?
No hay prácticamente ninguna. Ahora ya no se habla de adaptación, se habla de marginación. Ahora no hay proyectos sobre inmigración. El Ayuntamiento hizo una fiesta de la inmigración sin que nos enteráramos casi nadie con cuatro dulces y dos cacahuetes… No se hace absolutamente nada. Cuando hay algo de cara a la galería, a venderse, o ahora con las elecciones, los políticos sí nos buscan. En el tema de inmigración estamos a años luz de muchos países.
Ahora, España mira a Marruecos como una oportunidad…
Por ejemplo, tengo un cliente constructor que llora por irse a Marruecos, porque tiene muchos pisos sin vender en Albacete y en Oropesa del Mar y quiere irse a trabajar allí y yo le ayudo. Aún no tiene la confianza suficiente como para dar el paso de marcharse. Todos los días las asesorías marroquíes dan de alta a dos o tres empresas españolas que se van a trabajar allí.
Vivimos momentos históricos con la revuelta en Egipto, ¿cómo se ve desde Albacete?
La verdad es que lo seguimos como si estuviera aquí en Europa, pero hablamos de una nueva era. Ha roto todos los esquemas a los intelectuales, a los políticos, a los medios de comunicación, incluso a los servicios secretos de todos los países. Hablamos de una nueva manera de hacer revolución, de revolución sin mandatos, sin organizaciones, sin partidos, sin ideas… revolución del pueblo. Se da cuenta de que ese tipo de revoluciones triunfa, porque el ejército no interviene porque no matará a su propia gente. Cuando viene de una organización, de un líder, van a por él, porque hace tambalear al Estado, pero ir contra el pueblo no es lógico. Lo que sucede en Egipto es uno de los efectos de la globalización y, en parte, de wikileaks que destapó varias cosas, sacó lo que los políticos hacían y el pueblo se ha dado cuenta de para qué están en el poder. La única forma de hacer algo es a través de internet, no a través de los políticos, de los partidos, ni de las organizaciones, porque todo estaba vendido o controlado. La gente ha visto la salida en Facebook, en Twitter, y es donde prácticamente se organiza todo sin líderes y sin líneas políticas. Ese tipo de organización ha roto todos los esquemas, la forma de hacer las revoluciones, el sistema antiguo comunista. Sinceramente, es un orgullo como árabe, como musulmán y como humano que busca la libertad de expresión y vivir como uno quiera sin pisar la libertad de los demás.
¿Se extenderá la revuelta?
Sí. Egipto es el centro del mundo, no sólo de los países árabes. Es un sitio muy sensible, donde la seguridad internacional tiene mucho que ver. La prueba es que Estados Unidos tenía todos los días informes sobre Egipto, Gran Bretaña, tres cuartos de lo mismo, Alemania, igual… Esto quiere decir que es un país importante y que la revolución es también algo muy importante.
¿Y por dónde irán los tiros?
No sé por donde irán, pero algo malo nunca será. Es algo que reclamaba el pueblo, como la libertad, la democracia, tener acceso a todo. No creo que se haya hecho una revolución con mártires incluidos para ir marcha atrás. Siempre se irá hacia delante.
¿Esa onda expansiva surgida en Egipto puede llegar a Marruecos?
Empezó en los países del Magreb, en Argelia, Marruecos, se quedó en Túnez con el exilio del tirano, pasó a Egipto, donde ha conseguido triunfar, ahora está en Yemen, en Jordania. Se mueve. En Argelia está latente y estallará mañana -por el sábado, ya que la entrevista se hizo el viernes-. En Marruecos, los jóvenes se organizan en el Facebook… Tenemos que tener en cuenta que cada país es un mundo y tiene sus peculiaridades. Lo que se pide en Egipto, no es lo mismo que se precisa en Túnez, en Argelia o en Marruecos, donde la gran mayoría pide más libertades. Desde la muerte de Hassan II se ha notado la apertura.
¿No hay una corriente informativa que intenta intoxicar la revuelta de un halo de integrismo?
Eso es lamentable. Hay gente culta que pretende manipular a la gente en Europa con los Hermanos Musulmanes. Da la casualidad de que lo que más vende es hablar mal del islam. La revolución popular no tiene nada que ver con la religión. El pueblo está harto. Ya no tiene confianza en sus gobernantes ni en los occidentales que dicen llevar la bandera de la libertad y de la democracia, porque nos hemos dado cuenta de que realmente lo que ellos buscan es seguridad. Les da lo mismo que haya democracia o no. No es lógico que un ex presidente, que no voy a nombrar, diga que el mundo musulmán es conflictivo y necesita mano dura y dirigentes dictatoriales. Para mí, intelectualmente hablando, es un pensamiento facha. Si como pueblo nos dejamos manipular por esta gentuza, crean malestar y ellos están en sus palacetes tan guapos. Los pueblos debemos saber que siempre perdemos nosotros, por lo que no debemos hacer caso a esa gentuza. Tenemos que hacer nuestra vida, con buena convivencia, con entendimiento y enriquecimiento mutuo. No aceptamos los extremismos porque han sido, son y serán malísimos para todos los pueblos, ya sean ideológicos o religiosos. Me alegro mucho del movimiento, porque veo que hay un nuevo levantamiento de los principios verdaderos del ser humano, como es la libertad, la revolución de decir basta ya a las tiranías, a la manipulación, al poder absoluto.    

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