PI16/02/11 EEUU, con la administración Bush  tras el 11-S, no solamente instaló un nuevo sistema de control político y social  por medio de la manipulación mediática con el "terrorismo", sino que además  inauguró un "nuevo orden internacional" (sustitutivo de la "guerra fría" con la  ex URSS) basado en la "guerra contraterrorista" que sirvió de justificación a  las nuevas estrategias expansionistas del Imperio norteamericano y de las  trasnacionales capitalistas. Obama continúa esa estrategia.
Este miércoles la secretaria de Seguridad Interna norteamericana,  Janet Napolitano, dijo que las amenazas de ataques terroristas contra EEUU están  posiblemente en su "mayor nivel" desde los atentados del 11 de septiembre de  2001.
"En algunas maneras, la amenaza hoy puede estar en su mayor  nivel desde los ataques de hace casi diez años", agregó.En una presentación ante el comité de Seguridad Interna del  Congreso, Napolitano consideró que Al Qaeda "aún representa una amenaza para  Estados Unidos a pesar de la disminución de sus capacidades" y que su país  también afronta "amenazas de varios grupos que comparten la ideología extremista  y violenta de Al Qaeda.
Desde el 11-S hasta aquí, la recurrencia de denunciar la "amenaza  terrorista" en territorio de EEUU es casi un acto burocrático y periódico de los  funcionarios de la Casa Blanca.
En agosto de 2009, el ex secretario de Seguridad Interior (en la  era Bush), Tom Ridge, confesó en un libro que las alertas con las amenazas de  ataque "terrorista" de Al Qaeda incrementaban el temor en la sociedad  estadounidense y subían la popularidad de Bush, cuya administración las  utilizaba con fines electorales.
La revelación (más allá de ser una herramienta para publicitar el  libro) trascendió la administración Bush, y puso sobre el tapete la utilización  del terrorismo en operaciones psicológicas orientadas a generar consenso social  y legitimación política a la "guerra contraterrorista" lanzada con la conquista  militar de Afganistán e Irak tras el 11-S.
Develando por primera el uso del "terrorismo" como herramienta de  Estado (revelado en infinidades de informes considerados hasta ahora como  "conspirativos"), Tom Ridge, afirmó que fue presionado por altos funcionarios de  la Casa Blanca para que elevara el nivel de la alerta nacional antes de las  elecciones presidenciales de 2004 para favorecer la reelección de George W.  Bush.
Ridge relató que, como se negó a hacerlo, lo convencieron de que  había llegado la hora de renunciar al cargo (como efectivamente lo hizo).
Estas confesiones aparecieron en un libro de Ridge "La prueba de  nuestro tiempo: Estados Unidos asediado... y cómo podemos estar nuevamente  seguros" (The Test of Our Times: America Under Siege ... and How We Can Be Safe  Again) editado en septiembre de 2009.
En el libro Ridge cuenta que pese a los pedidos del ex secretario  de Defensa, Donald H. Rumsfeld, y del entonces secretario de Justicia John  Ashcroft, él se opuso a elevar el nivel de alerta y, finalmente, no fue elevado,  aunque le costó el cargo.
Semanas antes de las elecciones habían sido difundidas dos  grabacioness de Al-Qaeda: una con Osama Bin Laden y la otra con un hombre  llamado "Azzam el estadounidense''.
La CIA -como lo hace siempre- reconoció la "autenticidad" de las  amenazas y "reveló" que detrás de la "conexión terrorista" se encontraba, Adam  Gadahn, alias "Azzam el estadounidense'' un californiano de 26 años buscado  intensamente por el FBI.
El aumento de la "alarma terrorista" en EEUU poco antes de las  presidenciales de 2004 pretendía influir en los resultados y favorecer a George  W. Bush, afirma Ridge en su libro.
Bush y el candidato contrincante demócrata John Kerry -señala-  estaban muy igualados en las encuestas y los funcionarios claves de Bush  afirmaban que el video de Bin Laden, incluso sin elevar el nivel de alarma,  contribuiría a una victoria final de Bush por un resultado abrumante.
Pese a todo se tomaron grandes prevenciones de seguridad en  edificios públicos y en lugares claves de Nueva York, lo que ayudó a recrear el  "clima terrorista" que lo llevó a Bush a ganar las elecciones y ser reelecto en  el cargo presidencial. 
En pleno despliegue del aparato de seguridad para prevenir el  "ataque terrorista", Ridge renunció el 30 de noviembre del 2004.
Terrorismo de Estado imperial
Desde el punto de vista geopolítico y estratégico, el  "terrorismo" no es un objeto diabólico del fundamentalismo islámico, sino una  herramienta de la Guerra de Cuarta Generación que la inteligencia estadounidense  y europea vienen utilizando (en Asia y Europa) para mantener y consolidar la  alianza USA-UE en el campo de las operaciones, para derrotar a los talibanes en  Afganistán, justificar acciones militares contra Irán antes de que se convierta  en potencia nuclear, y generar un posible 11-S para distraer la atención de la  crisis recesiva mundial.
A nivel geoeconómico se registra otra lectura: Si se detuviera la  industria y el negocio armamentista centralizado alrededor del combate contra el  "terrorismo" (hoy alimentado por un presupuesto bélico mundial de US$ 1,460  billones) terminaría de colapsar la economía norteamericana que hoy se encuentra  en una crisis financiera-recesiva de características inéditas.
Esta es la mejor explicación de porqué Obama, hoy sentado en el  sillón de la Casa Blanca, ya se convirtió en el "heredero forzoso" de la "guerra  contraterrorista" de Bush a escala global.
La misma interpretación se puede inferir para las potencias de la  Unión Europea que adhieren a los planes globales de la "guerra  contraterrorista", así como para China, Rusia y las potencias asiáticas cuyos  complejos militares facturan miles de millones con armas y tecnología destinadas  al combate contra el "terrorismo".
Como se sabe, los "planes contraterroristas" son el principal  rubro de facturación de los presupuestos armamentistas a escala global y  conforman la mayor tasa de rentabilidad de las corporaciones de la guerra que  giran alrededor de los complejos militares industriales de EEUU, Europa y  Asia.
Este escenario, con las potencias centroasiáticas (que compiten  por áreas de influencia con el eje USA-UE) adhiriendo a la "guerra  contraterrorista" liderada por EEUU, marca con claridad como Al Qaeda y Bin  Laden (un invento histórico de la CIA) ensambla en un solo bloque al sistema  capitalista más allá de sus diferencias sectoriales.
La "simbiosis" funcional e interactiva entre Bush y Al Qaeda tiñó  ocho años claves de la política imperial de EEUU. A punto tal, que a los  expertos les resulta imposible pensar al uno sin el otro.
Durante ocho años de gestión, Bin Laden y Al Qaeda se  convirtieron casi en una "herramienta de Estado" para Bush y los halcones neocon  que convirtieron al "terrorismo" ( y a la "guerra contraterrorista") en su  principal estrategia de supervivencia en el poder.
Hay suficientes pruebas históricas en la materia: El 11-S sirvió  de justificación para las invasiones de Irak y Afganistán, el 11-M en España  preparó la campaña de reelección de Bush y fue la principal excusa para que EEUU  impusiera en la ONU la tesis de "democratización" de Irak legitimando la  ocupación militar, el 7-J en Londres y las sucesivas oleadas de "amenazas" y  "alertas rojas" le sirvieron a Washington para instaurar el "terrorismo" como  primera hipótesis de conflicto mundial, e imponer a Europa los "planes  contraterroristas" hoy institucionalizados a escala global.
Decenas de informes y de especialistas -silenciados por la prensa  oficial del sistema- han construido un cuerpo de pruebas irrefutables de que Bin  Laden y Al Qaeda son instrumentos genuinos de la CIA estadounidense que los ha  utilizado para justificar las invasiones a Irak y Afganistán y para instalar la  "guerra contraterrorista" a escala global.
La "versión oficial" del 11-S fue cuestionada y denunciada como  "falsa y manipulada" por un conjunto de ex funcionarios políticos y de  inteligencia, así como de investigadores tanto de EEUU como de Europa, que  constan en documentos y pruebas presentados a la justicia de EEUU que nunca los  investigó aduciendo el carácter "conspirativo" de los mismos (Ver: Documentos e  informes del 11-S. / Al Qaeda y el terrorismo "tercerizado" de la CIA / La CIA  ocultó datos y protegió a los autores del 11-S / Ex ministro alemán confirma que  la CIA estuvo implicada en los atentados del 11-S / Informe del Inspector  General del FBI: Más evidencias de complicidad del gobierno con el 11-S /  Atentados del 11-S: 100 personalidades impugnan la versión oficial )
El aparato de la prensa sionista internacional, a pesar de su  marcada tendencia "anti-Bush", jamás se hizo eco de estas investigaciones y  denuncias que se siguen multiplicando, mientras que sus analistas sólo toman  como valida la "versión oficial" instalada en la opinión pública a escala  global.
El establishment del poder demócrata que hoy controla (y que  ejerce la alternancia presidencial con los republicanos en la Casa Blanca) jamás  mencionó la existencia de estas investigaciones y denuncias en una complicidad  tácita de ocultamiento con el gobierno de Bush.
Simultáneamente, y durante los ocho años de gestión de Bush, los  demócratas no solamente avalaron las invasiones de Irak y de Afganistán y  votaron todos los presupuestos de la "guerra contraterrorista", sino que también  adoptaron como propia la "versión oficial" del 11-S.
Este pacto de silencio y de encubrimiento entre la prensa y el  poder imperial norteamericano preservó las verdaderas causas del accionar  terrorista de Bin laden y Al Qaeda, cuyas "amenazas" periódicas son publicadas  sin ningún análisis y tal cual la difunden el gobierno y sus organismos  oficiales como la CIA y el FBI 
Obama, el heredero
La administración Bush, tras el 11-S, no solamente instaló un  nuevo sistema de control político y social por medio de la manipulación  mediática con el "terrorismo", sino que además inauguró un "nuevo orden  internacional" (sustitutivo de la "guerra fría" con la ex URSS) basado en la  "guerra contraterrorista" que sirvió de justificación a las nuevas estrategias  expansionistas del Imperio norteamericano y de las trasnacionales  capitalistas.
En términos geopolíticos y militar-estratégicos, con la  utilización de la leyenda mediática de Bin Laden y el peligro del "terrorismo  internacional", a partir del 11-S el Imperio norteamericano (potencia locomotora  unipolar del planeta desde la caída de la URSS) sustituía aspectos claves de su  supervivencia como Estado imperial.
En un planeta sin guerras inter-capitalistas, ya casi sin  conflictos armados (al margen de Irak, Afganistán y Medio Oriente), la leyenda  de Bin Laden y el "terrorismo internacional" sirvió (y sirve) para alimentar y  justificar las estrategias expansionistas del Imperio norteamericano, para crear  nuevos y potenciales mercados a la trasnacionales capitalistas de EEUU y Europa,  y para mantener en funcionamiento a los complejos militares industriales que han  encontrado en la "guerra contraterrorista" su nueva tajada ganancial en el  negocio armamentista.
A diferencia de Bush, que inventaba conspiraciones con el  "terrorismo islámico" para perseguir y espiar a sus enemigos internos, Obama  preparó el terreno para la utilización de la conspiración de "derecha"  antisemita con el mismo objetivo.
La estrategia no es nueva: Durante la pasada campaña electoral  que lo consagró presidente de EEUU, Obama denunció en varias oportunidades  potenciales ataques supuestamente planeados por grupos "extremistas de derecha"  orientados a la persecución racial.
Como señalan los adoradores de Maquiavelo: Si no hay enemigo ni  peligro a la vista, hay que inventarlo para generar consenso.
Bush y el lobby judío de halcones neocon, edificaron consenso y  apoyo interno agitando y denunciando el peligro del "terrorismo islámico" como  amenaza permanente a la "seguridad nacional" de EEUU. Dentro de esa bolsa metían  a todos los que se le oponían.
Obama y el lobby judío liberal que lo secunda iniciaron otra  práctica no menos peligrosa: El peligro acechante de la "derecha antisemita" que  amenaza con el odio racial y la desintegración social de EEUU.
De esta manera la "derecha antisemita" se complementa en lo  interno con la "amenaza terrorista" del "terrorismo islámico" en el plano  internacional.
¿Y quienes son los amenazados? Judíos, inmigrantes y  negros: La clientela electoral de Obama.¿Y quienes son los malos que amenazan? Los que promueven la "ola antisemita" que amenaza la "seguridad nacional" de EEUU. En esa bolsa van a meter a todos los que se opongan al gobierno de Obama, incluidos los musulmanes "antisemitas" que alimentan las redes del "terrorismo islámico".
No bien asumió en su cargo de presidente de EEUU, Obama prometió  "barrer a los terroristas" de sus refugios en Pakistán y advirtió que Al Qaeda  está planeando nuevos ataques, al dar a conocer su nueva estrategia para la  guerra de ocupación contra los talibanes en Afganistán.
El presidente USA afirmó que las conflictivas regiones  fronterizas de Pakistán son "el lugar más peligroso del mundo" para los  norteamericanos y describió a la red Al Qaeda como un "cáncer" que podría  devorar a Pakistán, a más de siete años de los ataques del 11 de septiembre.
Bien empleada, la herramienta "terrorismo" (un arma que combina  la violencia militar con la Guerra de Cuarta Generación) tiene como objetivo  central: Generar una conflicto (o una crisis) para luego aportar la solución más  favorable a los intereses del que la emplea.
Por ejemplo: El 11-S (activado por la CIA infiltrada en los  grupos islámicos) en EEUU fue el detonante del conflicto, y la "guerra  contraterrorista" posterior, y las invasiones a Afganistán e Irak, fueron parte  de la alternativa de solución. 
Entre los varios objetivos encubiertos de la campaña con la  "amenaza terrorista internacional" lanzada en los últimos días por la Casa  Blanca y las potencias centrales europeas, sobresale nítidamente el de preparar  el "clima" y la justificación para iniciar operaciones militares en alta escala  en Medio Oriente,Yemen, Sudán y Somalía.
Tanto Washington como las potencias de la Unión Europea han  mantenido históricamente denuncias constantes de "ataques terroristas islámicos"  en planes de ejecución, pero que efectivamente no han sucedido, desde el 7 de  julio de 2005, fecha del atentado terrorista al metro de Londres.
En una versión degradada (marcada por la decadencia del Imperio),  Barack Obama ya recita casi textualmente la "doctrina Bush" de las guerras  preventivas contra el "eje del mal" como estrategia de apoderamiento de mercados  y de recursos estratégicos que el Imperio y sus corporaciones necesitan para  renovar sus ciclos de expansión capitalista.
Terminado el marketing electoral, con un Imperio USA colapsado  por la crisis económica y las contradicciones internas, el presidente negro  comenzó a aplicar a rajatabla la "guerra contraterrorista" como estrategia  imperial de Estado en el marco de la política exterior.
Obama y el lobby judío liberal que lo secunda renuevan  constantemente la "amenaza terrorista" como una estrategia continuista de la era  Bush reciclada en los marcos del "progresismo" imperial.
Y esto reafirma una tendencia ya probada: La "guerra  contraterrorista" no fue unapolítica coyuntural de Bush y los halcones neocon,  sino una estrategia global del Estado imperial norteamericano diseñada y  aplicada tras el 11-S en EEUU, que ya tiene una clara línea de continuidad con  el gobierno demócrata de Obama.

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