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sábado, 9 de abril de 2011

Con ánimo de cerrar la polémica

Escribo con ánimo de cerrar, y no de prolongar una polémica que no es más que un fuego de artificio. Una cortina de humo sobre dolorosa realidad: hace ya dos semanas que las bombas occidentales están cayendo sobre Libia.
El pasado 23 de marzo escribí un texto de carácter poético y desgarrado, como reacción a la decisión del parlamento español de participar en esta nueva guerra de rapiña. Un título desafortunado (Tendrán su 11-M) y la mala fe de muchos han querido transformar en una amenaza lo que es un alegato apasionado en contra de la guerra.
Es realmente triste darse cuenta de que tanta gente se ha quedado sólo con el título, limitándose a proyectar sus prejuicios sobre un texto que ni siquiera han leído. Y ver como a partir de ahí se produce el linchamiento mediático de alguien que lleva años trabajando por la causa de la paz, del diálogo interreligioso, de la igualdad de género, de los derechos civiles de los musulmanes en España. Alguien que ha trabajado con el Relator de Naciones Unidas en contra del racismo y es colaborador de la OSCE en materia de derechos humanos. Sus razones tendrán.
Por mi parte, sólo puedo reconocer que el título es profundamente desafortunado. En el momento de escribirlo, deseaba echar en cara a los señores congresistas el mal que estaban contribuyendo a desencadenar. Desde la impotencia, quise lanzarles a la cara la peor de las acusaciones: lo que ellos estaban haciendo equivale a otro 11-M, el cual cargará sobre sus conciencias.
Mi error es múltiple: haberme dejado llevar por un arrebato, olvidando que a la violencia no se la combate con violencia. Escribir como un ciudadano más, sin tener en cuenta que mi texto iba a ser interpretado desde los prejuicios anti-musulmanes (si la expresión “tendrán un 11-M” hubiese sido escrita por un no-musulmán, nadie hablaría de amenazas, en todo caso de temor o de predicción apocalíptica). Y, sobre todo, cometí la torpeza lamentable de no tener en cuenta los posibles sentimientos de las víctimas del 11-M.
Por ello, quiero pedir perdón a todos aquellos que se hayan podido sentir ofendidos o heridos por la referencia al 11-M como medio de expresar mi indignación, especialmente a las víctimas y a sus familiares, a los que honro desde lo más profundo. No era esta mi intención.
Quien escribe esto no es más que un español indignado por ver como no hemos aprendido nada de las lecciones de Irak o Afganistán. La guerra no trae la paz, sino más guerra. La violencia penetra en las entrañas de las nuevas generaciones, condenándolas a repetir patrones heredados. El dolor generado por la guerra está más allá de todo dolor imaginable, es el mal absoluto, la expresión de todo lo peor de que es capaz el ser humano. Todo ello aprobado por nuestro Parlamento, en nombre de la democracia y de la ayuda humanitaria, y jaleado y justificado a través de los mass media.
Precisamente, es desde este profundo respeto hacia la memoria de las víctimas del 11-M que considero un imperativo el grito en contra de la guerra, en contra de la manipulación de las conciencias. El único modo coherente de honrar a las víctimas de la violencia es el frenar esa violencia, empezando por nosotros mismos
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Fuente: La Vanguardia

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